«Ser diseñador de interiores es un trabajo delicado: podemos cambiar la vida de la gente. El primer paso es entender la personalidad, los deseos y el entorno del cliente. Luego diseño un espacio a medida adaptado a sus necesidades. No diseño para mí, sino para otra persona, y nunca lo olvido. No sucumbo a la última técnica disponible ni a la "tendencia de moda" para satisfacer mis impulsos creativos personales. Mis espacios reflejan el espíritu de quien lo habita. Mi trabajo es descubrirlo.»